24 de Febrero, 2021
El COVID que no se va: hallaron más de 50 efectos de largo plazo en pacientes recuperados

El 76% de las personas que requirieron hospitalización informaron la persistencia de al menos un síntoma seis meses después de la fase aguda de la infección


Ocho de cada 10 pacientes con COVID-19 presentaban al menos un síntoma persistente desde los 14 días hasta las 16 semanas después de la infección aguda, aunque algunos efectos podrían durar más. Es la principal conclusión a la que se ha arribado de un metaanálisis que se puede consultar en esta prepublicación de medRxiv.

En este trabajo se analizaron casi 19 000 estudios que destaparon 55 efectos persistentes después de la infección aguda. Los datos fueron extraídos de los historiales de 47.910 personas de entre 17 y 87 años que participaron en 15 estudios que habían evaluado síntomas o parámetros de laboratorio a largo plazo. Cada uno de ellos tenía un mínimo de 100 pacientes. Nueve estudios fueron de Gran Bretaña o Europa, tres fueron de Estados Unidos, y el resto, de Asia y Australia. Seis estudios se centraron solo en personas hospitalizadas por COVID-19; los otros incluyeron casos leves, moderados y graves.

 

La investigación previa en Wuhan (China) y publicada en The Lancet mostró que el 76% de los pacientes que requirieron hospitalización informaron de al menos un síntoma 6 meses después, y la proporción fue mayor en las mujeres. Los síntomas más comunes fueron fatiga o debilidad muscular y dificultades para dormir. Además, el 23% informó de ansiedad o depresión durante el seguimiento.

Lo que sabemos de los coronavirus anteriores, SARS y MERS, es que los dos comparten características clínicas con el COVID-19, incluidos los síntomas persistentes. Las personas que sobrevivieron al SARS mostraron anomalías pulmonares meses después de la infección y el 28% de las personas presentaban disfunción pulmonar hasta dos años después.

Tambén lo que no se ve

En cuanto a los síntomas psicológicos, también se reportaron altos niveles de depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático a largo plazo en pacientes previamente infectados con otros coronavirus. En el caso de los supervivientes de MERS, también se atendió al 33% de las personas con fibrosis pulmonar, así como con trastornos de estrés y ansiedad postraumáticos a largo plazo.

Los efectos del COVID-19 a largo plazo más comúnmente identificados fueron fatiga (58%), dolor de cabeza (44%), trastorno por déficit de atención (27%), caída del cabello (25%), disnea (24%) o anosmia (24%).

Otros síntomas persistentes fueron pulmonares (tos, opresión torácica, disminución de la capacidad de difusión pulmonar, apnea del sueño, fibrosis pulmonar), cardiovascular (arritmias, miocarditis), neurológica o psiquiátrica (pérdida de memoria, depresión, ansiedad, trastornos del sueño). Durante el seguimiento, el 34% de los pacientes tuvo una radiografía de tórax anormal. También se observaron marcadores sanguíneos elevados que se podrían utilizar como pronóstico de la enfermedad.

Fuente : Infobae